Por Jesus Lopez
Uno de los jugadores que tenía el cariño de la afición, pero se debió marchar en los meses recientes fue José Rogerio, el atacante de la cuarta división brasileña que en Pumas se convirtió en un jugador de Primera División bajo el mando del ahora ex técnico Andrés Lillini.
En su año con Universidad Nacional anotó nueve goles a pesar de que fue principalmente un revulsivo desde el banquillo. A más de un aficionado le hubiera gustado que se quedara, sin embargo, salió para darle un lugar a Eduardo Salvio, un verdadero crack que sudó la camiseta en el Apertura 2022.
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El Toto llegó con su prestigio de haber jugado en Europa con clubes como Atlético de Madrid y Benfica. Su arribo se dio gratis debido a que culminó su contrato con Boca Juniors, se tenían dudas acerca de sus lesiones, pero desde el primer momento mostró su calidad.
Al final acabó con cinco goles y sus lágrimas tras la eliminación frente al puebla reflejan lo rápido que se enamoró de los colores. Su desempeño dejó claro que dejar ir a Rogerio para traer a Salvio fue una buena decisión. Se convirtió en la luz de la UNAM en medio de un torneo complicado.
El delantero volvió a su natal Brasil con el Alagoano de la segunda división, lamentablemente no se ha podido establecer como en Pumas. Ha jugado apenas 11 partidos en la Serie B y continúa sin anotar un gol. Pasó de ser alguien querido en el Pedregal a un futbolista que pelea por minutos.
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